Oct 14, 2019 07:49 UTC

ParsToday - Queridos amigos, en la séptima parte del espacio titulado “Posición de la mujer en el Occidente”, vamos a abordar de la violencia que sufren las mujeres occidentales en el ámbito del trabajo.

La violencia contra la mujer en todo el mundo, cualquiera sea la forma física, psicológica o social, amenaza la calma y seguridad, incluso en el espacio seguro del hogar. Pero, en este contexto, en los países occidentales, cuyos gobiernos afirman haber hecho avances en distintos ámbitos, se registra la mayor perturbación a la calma de la mujer, la mayor violación de sus derechos y se agrede más sus libertades legítimas, legales y humanas. Los países occidentales aún no han podido proteger a las mujeres ante los daños sociales. El daño o el acoso físico, sexual y psicológico de la mujer en los ambientes públicos y privados es tan grande que ha llevado a instituciones internacionales como la Naciones Unidas y organizaciones defensoras de los derechos humanos a abordar los aspectos de la violencia contra la mujer y sus impactos negativos sobre su salud y su vida individual y social.
 
En un movimiento coordinado, las sociedades industrializadas del Occidente, ignorando las diferencias biológicas e instintivas de la mujer y el hombre, crearon aparentemente iguales y numerosas oportunidades de empleo para las mujeres, incluso en trabajos como minería, albañilería, ejército y empleos similares que previamente estaban dedicados solo a los hombres. Sin embargo, ignorar estas diferencias, cambió el equilibrio a favor de los hombres y en perjuicio de las mujeres. El poder superior físico y las fuertes inclinaciones instintivas del hombre, por un lado, y la belleza y la debilidad física de las mujeres en comparación con los hombres, por el otro, han causado que las féminas sean objeto de acoso en el entorno de su trabajo.
 
La escritora estadounidense Marilyn French, en su libro “La Guerra contra las Mujeres”, expresa amargas realidades sobre las féminas de su país. En una parte de su libro escribe: “Todos los hombres, en cualquier categoría laboral que estén, incluso si algunos de ellos no participan activamente y solo son espectadores, son cómplices en el acoso sexual hacia sus colegas mujeres”.
 
Según French, recientemente en California una comisión ha intentado saber por qué son muy pocas las mujeres que trabajan en empleos de construcción. En una entrevista realizada con las trabajadoras en este sector, quedó claro que en el ambiente de su trabajo siempre hay peleas. Los hombres hacían cosas obscenas ante las mujeres, colocaban fotos indecentes en los servicios femeninos, esparcían agua a las mujeres que estaban trabajando con cables eléctricos y les tocaban cuando estaban subiendo ladrillos y una carga pesada por las escaleras.
 
El acoso por parte de los hombres en los ambientes laborales también ha sido confirmado en diversas encuestas. En 1989 cuando el New York Times sometió a sondeo en EEUU “el problema más importante que enfrentan las mujeres de hoy", entre el 80 y el 95 % de las féminas con trabajo dijo estar descontenta por la discriminación ocupacional y la desigualdad de sueldos; pero, según los últimos sondeos, ahora, el 70 % de las mujeres se queja de acoso por parte de los hombres”.
 
Hogaño, este problema ha provocado molestia para muchas mujeres también en los países europeos. Hans Ingvar Janes, en un artículo titulado “Mujeres suecas y oportunidades iguales”, después de presentar a Suecia  como la “heroína mundial de la igualdad entre la mujer y el hombre” y decir que 142 de los 349 escaños parlamentarios están ocupados por las mujeres, se refiere a diferentes tipos de hostigamiento sexual y, al respecto, escribe: “Distintos tipos de desigualdad y acoso sexual contra la mujer en Suecia han causado que la ley de este país europeo sobre la igualdad entre ambos sexos pida a los empleadores que protejan a sus servidoras de cualquier hostigamiento sexual”.
 
De igual forma, el escritor francés Simone de Beauvoir, en su libro “El Segundo Género”, examinó los hostigamientos sexuales contra las féminas en Francia y denunció que ellas sufren abusos de esta índole particularmente en los trabajos del sector textil. Los empleadores suelen preferirlas a los hombres. Ellas hacen un trabajo mejor a cambio de un sueldo más bajo y tienen más fácil abusar de las trabajadoras jóvenes. Este contexto vergonzoso muestra la historia triste del trabajo de la mujer en el Occidente. Con base en un sondeo publicado recientemente, de cada 5 mujeres que trabajan en Francia, una se expone a acoso sexual.
 
El renombrado sociólogo estadounidense Anthony Giddens ha considerado el hostigamiento sexual de la mujer en el entorno laboral en el Occidente como un fenómeno “muy común”. A su juicio, el acoso sexual afecta directamente a buena parte de las mujeres asalariadas. Giddens, en referencia a todo tipo de acoso sexual de las féminas en el ambiente laboral y escribe: “El acoso sexual en el lugar de trabajo puede definirse como el uso de la autoridad ocupacional o del poder con el fin de imponer los deseos sexuales. Esto puede tomar formas violentas como cuando a una empleada se le dice que o debe aceptar un trato sexual o será despedida. La mayoría de toda clase de hostigamiento sexual son hasta cierto punto muy astutos; por ejemplo, hacer entender que ceder a los deseos sexuales reportará otras recompensas o si estos deseos no se cumplen, habrá cierto castigo como evitar el ascenso”.
 
Tal proceso existe abiertamente incluso entre los uniformados en los países occidentales. En el Ejército estadounidense, de cada 3 mujeres al menos una es violada. Las cifras muestran que el 90 % de las mujeres de las fuerzas armadas del país norteamericano fue violada durante la guerra del Golfo Pérsico. 
 
Asimismo, el Ejército británico registra más de 240 expedientes sobre violación y acoso sexual de sus fuerzas femeninas en los últimos 5 años. Desde luego, cada vez hay mayor número de víctimas de este tipo de violencia, pero no se habla nada al respecto.
 
Anika Flensborg, encargada de prensa de la organización pro derechos humanos Amnistía Internacional, aludiendo a esta realidad en una entrevista y dijo: “La violencia contra la mujer es generalmente oculta y muchas de las féminas en estas sociedades, tienen vergüenza de contar lo que les pasó y guardan silencio. Un número muy pequeño de ellas está dispuesto a hablar sobre el trato violento que enfrentó”. El silencio de estas mujeres hay que atribuirlo a la débil actuación de las instituciones responsables.
 
Los acosos sexuales en el entorno de trabajo no se limitan a hostigamientos triviales, pues, en algunos casos, conducen también a palizas e incluso el asesinato. El ambiente laboral en Estados Unidos para las mujeres es tal que la causa principal de la muerte de las trabajadoras es el asesinato cometido por sus colegas.
 
Catherine Bell, especialista en enfermedades contagiosas en el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional en EE.UU., sostiene que, si una mujer muere por heridas sufridas en el entorno de trabajo, estén seguros de que ha sido asesinada.
 
Así se puede decir que la presencia y la participación igual de las mujeres en los ambientes laborales fuera del hogar, junto a colegas masculinos —algo que siempre ha sido promovido por movimientos feministas—, no ha tenido otro resultado que la humillación y el insulto para ellas, además de hostigamiento, violencia sexual, palizas e incluso el asesinato por parte de los colegas masculinos.
 
P/FE/NL

 

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