Feb 06, 2020 08:57 UTC

ParsToday - Estimados amigos, estamos a su servicio con la tercera parte del espacio semanal “Lo que busca EE.UU. en Venezuela”. Por favor quédense con nosotros hasta el fin del programa.

La memoria histórica y los acontecimientos del último siglo han demostrado que no solo Venezuela y los países antiimperialistas sudamericanos, sino que también muchos de los países cuyas políticas están en conflicto con las políticas de EE.UU., siempre han sido blanco de la agresión de Washington. Aunque  este  comportamiento del país norteño ha aparecido en distintos   aspectos internacionales, políticos y económicos, buena parte de estas medidas y presiones se ha realizado mediante los medios estadounidenses y occidentales y su apoyo a las gestiones de seguridad, intervenciones militares y golpes de Estado. Pese a que los movimientos de Washington contra Venezuela comenzaron en 1999 cuando triunfó la revolución bolivariana liderada por Hugo Chávez, las presiones y la guerra psicológica y mediática contra Caracas arrancaron particularmente desde 2017 y con una estructura nueva.
 
La crisis en Venezuela  no se limita a uno o algunos factores, sino que  una variedad de factores políticos, sociales y económicos a tres niveles nacional, regional e internacional abonaron el terreno para el estallido y la escalada de la crisis. Uno de los factores que llevó a Venezuela a la crisis, fue la crisis económica. En el pasado,  Venezuela era uno de los países más acomodados de América Latina. Pero con la caída repentina de los precios del petróleo,  la economía de este país petrolífero  llegó al borde del colapso. El petróleo es la fuente de la riqueza de Venezuela y la caída repentina de su precio en los mercados mundiales, privaron al gobierno de muchos de sus recursos financieros. En 2015, el precio del barril de crudo de Venezuela fue de 34 de dólares, el más bajo en siete años desde hacía 7 años. Esta situación colocó a la economía venezolana al borde del colapso.
 
La corrupción política y administrativa, que es  un problema de larga data  en algunos países latinoamericanos, fue otro factor que generó e intensificó la crisis en Venezuela. Otro factor que desencadenó la crisis en Venezuela fue el debilitamiento regional del movimiento bolivariano y anticapitalista en algunos países de la región, lo que ocurrió después de la derrota de los izquierdistas  y la victoria del representante pro-capitalista en Argentina. El estrecho vínculo entre los países latinoamericanos ha llevado a que la llegada al poder de un movimiento político con una tendencia particular en un país  allane el terreno para que corrientes similares cobren poder en otros países.
 
Con la presencia de los presidentes pro-capitalistas respaldados por corrientes con  tendencia al  Occidente en algunos países de América Latina, incluido Brasil, se fortalecieron las posiciones de  los opositores  en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador  contra los izquierdistas. El fracaso de los partidos de izquierda y de los partidarios de Nicolás Maduro en las elecciones parlamentarias venezolanas y la formación de un parlamento que buscaba desafiar al Gobierno fueron otros factores  que intensificaron la  crisis en el país. Apenas unos días después del inicio de segundo mandato residencial de Maduro, el 21 de febrero de 2019, tras el motín de un grupo de militares del Ejército y su llamado a enfrentarse con él,  se produjeron algunos enfrentamientos en el sector Cotiza de Caracas, lo que dio lugar a la intervención de las fuerzas de seguridad. A lo largo de 2019 y pese a todos los complots de Washington y su apoyo al líder de la oposición, Juan Guidó, EE.UU. no pudo derrocar al Gobierno constitucional de Maduro.  Amén del apoyo popular, otra razón de esta derrota de EE.UU., fue el respaldo de los países latinoamericanos, especialmente Bolivia y el propio Evo Morales a Maduro, lo que provocó, entre otros motivos, golpe de Estado pro-norteamericano contra el mandatario boliviano.
 
Con la victoria de Morales en las elecciones presidenciales del 20  de octubre de 2019, Washington y sus aliados en América Latina, especialmente Brasil, Colombia y Perú,  por su temor a la presencia de Morales y los  izquierdistas en el  poder en Bolivia, no  escatimaron esfuerzo para provocar disturbios en La Paz y en  otras ciudades del país andino. Las acusaciones de fraude en los referidos comicios octubre de 2019 fueron tan imperfectas que incluso observadores neutrales internacionales las rechazaron. Finalmente, con la extensión de protestas organizadas, el presidente electo boliviano dimitió para evitar el caos y por temor por la vida de sus seguidores, pese a que había ganado unas elecciones supervisadas por más de 200 observadores internacionales, lo que fue un shock para el presidente de EE.UU. Donald Trump, quien contaba con la victoria de los pro -occidentales en La Paz.
 
También en las elecciones presidenciales de Argentina, que tuvieron lugar en octubre de 2019 simultáneamente con las elecciones bolivianas, el candidato pro-estadounidense sufrió una fuerte derrota. El izquierdista Alberto Fernández, opositor a las políticas intervencionistas de Washington, ganó alrededor del 48% de los votos en las elecciones generales y fue elegido como el nuevo presidente argentino en la misma  primera vuelta. El presidente derechista  Mauricio Macri, apoyado por Donald Trump,  obtuvo el 40% de los sufragios. Con la reelección de Morales en las elecciones de Bolivia y  la presencia  de Fernández  a la cabeza  de las ecuaciones políticas y ejecutivas de Buenos Aires,  el “triángulo del mal” se  convirtió  en un pentágono. El “triángulo del mal” es un término utilizado por Trump para la "alianza triangular de Cuba, Venezuela y Nicaragua. En América Latina", la alianza pentagonal se refiere a la alianza de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Bolivia y Argentina.
 
Además de  Cuba, Venezuela también se encuentra desempeñando un papel efectivo como eslabón de conexión de las corrientes de izquierda en América Central y del Sur. El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, es también un símbolo de la confrontación con el neo-imperialismo en América Latina. Los sandinistas nicaragüenses siguen luchando contra las corrientes pro-occidentales en ese país y en  América Latina. Esto sucede mientras que lo que tenían en común George W Bush, Barack Obama y ahora Donald Trump ha sido su profundo esfuerzo para  romper la cadena del socialismo en Latinoamérica y el sistema antiimperialista en  esta  región. John Bolton, cuando era el  asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca bajo Trump, pronunció declaraciones – que daban mucho que pensar- sobre la reactivación de la Doctrina Monroe y la destrucción de la “alianza del triángulo” en América Latina. Bolton dijo: “En el Gobierno de Trump no tenemos ningún reparo en utilizar el término Doctrina Monroe. Venezuela es un país que se encuentra en el hemisferio donde está EE.UU. y desde la época de Ronald Reagan el objetivo de los  presidentes de  Estados Unidos ha sido tener un hemisferio completamente democrático. Como dije antes, monitoreamos atentamente el triángulo del despotismo, incluidos Cuba, Nicaragua, así como Maduro (Venezuela)".
 
La tesis de Bolton sobre la destrucción de la "alianza  del triángulo" en América Latina se remonta a las palabras del presidente estadounidense James Monroe en 1823. Según la teoría de Monroe, América Latina es el patio trasero de EE.UU., debe estar bajo dominio completo de Washington y ninguna potencia extranjera, incluso europea, está autorizada para estar en esta región. Ahora que ha terminado el año 2019, aunque han pasado unos tres años desde la presencia de Trump en las ecuaciones del poder en Washington, la "alianza del triángulo" en América Latina  siguen en vigor. Trump había anticipado que acabaría con la presencia de Maduro en Venezuela  hasta finales de  2018 cuando mucho reemplazándolo con un  gobierno por-occidental dirigido por Juan Guidó. Esto sucede mientras que  también los  izquierdistas en otros países latinoamericanos, tales como Ecuador, Perú, Chile y Brasil, se dejarán llevar mucho por el poder de esta alianza pentagonal. El resultado de esta influencia será el aumento exponencial de la fuerza de los izquierdistas en América Central y del Sur. Bajo tales condiciones, básicamente no habrá cabida  para la reactivación de la Doctrina Monroe. Fue en tales circunstancias en las que Trump orquestó un golpe de Estado en Bolivia. Sin embargo, los expertos creen que la renuncia de Morales al poder no tendrá impacto en los movimientos antiestadounidenses en América Latina.
 
Estimados oyentes, hemos llegado al final de la tercera parte del espacio “Lo que busca EE.UU. en Venezuela”. Nos despedimos de ustedes hasta la próxima emisión.
 
 
 
P/FE/NL