May 18, 2020 07:53 UTC

ParsToday-ParsToday - Queridos oyentes estamos a su servicio con la sexta parte de la serie “El papel clave de Irán en la seguridad del Golfo Pérsico”, en la que comentaremos sobre el enfoque de EE.UU., Rusia y Europa con respecto a la seguridad del estrecho de Ormuz. Quédense con nosotros.

El enfoque de los Estados árabes de la ribera meridional del Golfo Pérsico respecto a la seguridad del estrecho de Ormuz mantiene un estrecho vínculo con las políticas intervencionistas y la presencia militar de Estados Unidos en esta zona. Este enfoque, más que impulsar la seguridad en esta región, fomenta la inseguridad y, en el mejor de los casos, se cataloga como seguridad dependiente del exterior.
 
Al estudiar el enfoque norteamericano respecto a la seguridad del estrecho de Ormuz, cabe señalar que a partir de 1971 con la salida del Reino Unido de la región del este del Canal de Suez, Washington comenzó a trabajar en un sistema de seguridad para el Golfo Pérsico respaldándose en el shah de Irán como gendarme de la región.
 
Después del triunfo de la Revolución Islámica iraní de 1979, Estados Unidos creó al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) Pérsico a fin de establecer un sistema de seguridad árabe y antiraní en esta zona, que rápidamente resultó ineficaz durante la guerra impuesta por Irak a Irán (1980-88).
 
Por eso, desde mediados de la década de 1980 y con el pretexto de proteger el flujo de petróleo y los petroleros, Estados Unidos ingresó militarmente en el Golfo Pérsico donde estableció bases militares en los países litorales del sur de esta zona y, al desencadenar la Primera Guerra del Golfo, afianzó su presencia militar provocadora bajo cobertura del factor de seguridad.
 
Desde de la Primera Guerra del Golfo, Estados Unidos ha emergido como un país intervencionista recurriendo a la política de intimidación, amenaza y ataque militar contra países soberanos de la región, especialmente Irán.
 
Antes del derrocamiento del régimen de Sadam Husein en Irak, el sistema de seguridad estadounidense en la región estuvo basado en un enfoque de contención bilateral. Pero después de la ocupación militar de Irak por parte de EE.UU. y la caída del régimen de baasista, dicho enfoque cambió por la iranofobia.
 
Pese al papel irrefutable de Irán en la seguridad del Golfo Pérsico, el enfoque norteamericano de iranofobia ha justificado el mantenimiento de las bases de EE.UU. en los Estados árabes y aumentado el comercio de armas en la región; de manera que el presidente de EE.UU. con una literatura insultante afirma claramente que los países árabes son incapaces para garantizar su seguridad y califica a Arabia Saudí como “vaca lechera”.
 
En la situación actual, Estados Unidos se esfuerza por mantener su fuerte presencia en el Estrecho de Ormuz, lo que se debe a varias razones. La primera es controlar los recursos energéticos y las importaciones de petróleo desde esta región y la segunda es controlar a rivales como China.
 
China como el mayor consumidor de la energía, siempre ha estado preocupada por el control del Estrecho de Ormuz y otras rutas de transporte de energía por parte de EE.UU.; por tanto, pide que se ponga fin a las injerencias militares estadounidense en la región y que haya buenas condiciones para la activa presencia económica y comercial de Pekín en la región.
 
Las inversiones de China en Omán y Yibuti se ven como una medida para estabilizar su presencia activa en la región y garantizar sus intereses políticos y económicos. La tercera razón de la presencia norteamericana en el Estrecho de Ormuz es contrarrestar la creciente influencia de Irán como una potencia regional, bajo cobertura de la política de iranofobia.
 
Manteniendo su presencia en la zona y estableciendo relaciones con los gobiernos vecinos de Irán en el norte, sur, este y oeste, Estados Unidos busca crear un ambiente tenso y de intimidación en los vínculos de esas naciones con Irán.
 
La política exterior de Rusia respecto al Estrecho de Ormuz está influenciada por variables tales como la confrontación o la interacción con Estados Unidos, la operación y los intereses de Moscú en relación con los países árabes, así como las relaciones estratégicas de Rusia con Teherán.
 
En cuanto al enfoque de Rusia hacia los países árabes, se puede decir que desde 2011 Moscú recurrió a la estrategia de la no intervención directa de EE.UU. en las crisis regionales para afianzarse en Asia Occidental e incluso entre los aliados tradicionales de Washington en el mundo árabe.
 
Por otra parte, el enfoque de los países árabes de la región se ha distanciado de la rivalidad con Rusia inclinándose a la cooperación en los últimos años. El presidente Vladimir Putin busca cooperar con los árabes del Golf Pérsico, sobre todo desde su recorrido por Arabia Saudí, Catar y los Emiratos Árabes Unidos en 2007.
 
En este sentido, en junio de 2018, Rusia firmó un acuerdo de cooperación estratégica con los Emiratos Árabes Unidos. Este interés de establecer lazos formales e informales se debe en gran medida al hecho de que Moscú necesita la inversión de esos países para rescatar la tambaleante economía rusa.
 
Muchos países, como Rusia y China, consideran el tránsito provocador de naves estadounidenses junto a los barcos comerciales como una amenaza contra la seguridad de la trasferencia de la energía por el Golfo Pérsico.
 
En general, la política de Rusia con respecto a la seguridad del Estrecho de Ormuz parece estar basada en sus propios intereses y en evitar inclinarse plenamente hacia un lado específico.
 
El 23 de julio de 2019, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia propuso el plan de seguridad colectiva en el Golfo Pérsico, el cual propone una conferencia internacional sobre la seguridad y cooperación en el Golfo Pérsico, que resulte en la creación de una organización de seguridad y cooperación en la región.
 
Moscú exigió también que quede limitado el uso permanente de las fuerzas extrarregionales y que se definan líneas rojas entre distintas fuerzas militares en el área.
 
A pesar de esto, Moscú es bien consciente de la naturaleza del enfoque provocador de Estados Unidos en el Golfo Pérsico y sus impactos negativos sobre Rusia. Por tal razón, las Armadas rusa, china e iraní enviaron un mensaje claro a EE.UU. en diciembre de 2019 al realizar una maniobra conjunta denominada "cinturón de seguridad marítima", en las aguas costeras de Chabahar, el mar de Omán y en el norte el Océano Índico.
 
Al igual que Estados Unidos, también el Reino Unido y Francia tienen una presencia directa en el Golfo Pérsico y cuentan con bases militares en los países árabes que rodean del Estrecho de Ormuz. Londres y París también son los principales compradores del petróleo y gas de los países árabes de la región.
 
Entre los Estados europeos, Gran Bretaña y Francia tienen mayor influencia y poder en comparación con otros gobiernos europeos en la zona. Francia tiene la gran base militar permanente en la ciudad emiratí de Al-Dhafra, que alberga entre 400 y 500 efectivos del Ejército y de las fuerzas navales y aéreas.
 
En 2007, Francia firmó un contrato por valor de 12 mil millones de dólares con Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos con el fin de apoyar y ayudar a la protección de sus fronteras marítimas, aéreas y terrestres.
 
En 2006, París firmó un acuerdo militar con Kuwait, por el que se encargó de garantizar la seguridad y suministrar los equipos miliares de ese país.
 
Además, los países árabes de la zona del Estrecho de Ormuz destacan entre los principales compradores de armas francesas.
 
En lo que se refiere a Londres, el Reino Unido tiene una presencia colonialista de larga data en el Golfo Pérsico. La presencia británica en el Estrecho de Ormuz se remonta a principios del siglo XIX.
 
Para establecer su dominio total sobre la región a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX, Gran Bretaña, además de su presencia militar, recurrió a la política de “dividir y gobernar” y al intensificar los diferendos fronterizos entre las monarquías árabes, socavarlas y tensar la situación de la región.
 
Aprovechando el colapso del imperio otomano, el Reino Unido logró poner bajo su dominio a Catar, Dubai, Sharjah, Abu Dabi, Mascate y Omán, además de separar a Baréin del territorio iraní durante el exrégimen monárquico.
 
Hoy en día, Gran Bretaña se opone al establecimiento de cualquier sistema de seguridad regionalista en el Golfo Pérsico y considera que la cooperación de seguridad regional va en contra de sus objetivos colonialistas y sus demandas excesivas.
 
P/FE/NL

 

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